Análisis de «Remedio para grandes», de Juan Solá

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Juan Solá es un escritor argentino, y tiene una forma de escribir que es casi imposible no sentir alguna emoción. Sobre todo, a quienes le sensibilizan temas sociales, como la marginalidad y la pobreza. Recomiendo mucho la lectura de su libro de cuentos Microalmas.

«Remedio para grandes» de Juan Solá es un cuento narrado desde la perspectiva inocente de un niño (al igual que el protagonista de «Réquiem con tostadas«, cuento ya analizado en el blog) que intenta comprender el mundo que lo rodea. A través de su mirada ingenua, describe la dinámica de su familia, la relación con sus padres y su mejor amigo, Martín. Sin embargo, en su relato se ocultan verdades difíciles que el lector debe desentrañar entre líneas.

Remedio para grandes

Mi mamá se llama Susana y tiene el pelo rubio y los dientes blancos, como la mamá que aparece en la propaganda del detergente. Yo la quiero mucho, pero me pongo triste cuando toma el remedio y se le hace la nariz roja como un payaso y me manda a mi cuarto para que no me dé cuenta que se pone a llorar con la novela. Yo me doy cuenta igual porque ya tengo cinco años y mi tía Norma dice que soy muy inteligente porque soy muy curioso.

La descripción inicial de la madre muestra cómo el niño ve a su madre de manera idealizada, al compararla con el estereotipo publicitario de perfección. Esto refleja el deseo de que su madre sea como las madres felices y amorosas que ve en la televisión.

El niño no entiende lo que realmente sucede cuando su madre toma el “remedio”, pero sí percibe el cambio en su comportamiento. La nariz roja «como un payaso» es una imagen infantil para describir los efectos del alcohol. Este recurso narrativo refuerza la idea de que el niño está tratando de comprender el mundo con las herramientas que tiene. No conoce aún los efectos del alcohol, pero sí conoce los de los remedios. En su mundo, el remedio es necesario tomarlo para que la gente se sienta bien. Él considera que su madre debe tomar el remedio para ponerse bien, sin entender que eso es probablemente lo que más afecta a su comportamiento.

El comentario de la tía Norma diciendo que es «muy inteligente porque es muy curioso» podría parecer un comentario trivial, pero en el contexto del cuento es significativo.

Por ejemplo, a la mañana me puse tan curioso que rompí un foco con la escoba. Pasa que Martín me dijo que los Reyes Magos viven adentro de los focos, pero era mentira, entonces me puse triste porque pensé que iba a ver a los Reyes Magos y le fui a contar a mamá, que se enojó tanto que me pegó con la varita y al otro día me dio vergüenza ir al jardín, porque hacía calor y los chicos se dieron cuenta de que me habían pegado y se me burlaron. Pero mi mamá es buena, lo que pasa es que a veces toma mucho remedio y se le ponen las piernas como la gelatina que venden en el kiosco y entonces me quiere agarrar, pero yo corro rápido, porque ya tengo cinco años. Lo que pasa es que el día del foco la puerta estaba cerrada con llave y no pude salir corriendo.

Aquí se ve cómo la curiosidad, típica de su edad, lo lleva a explorar el mundo de una manera imaginativa, pero al mismo tiempo sufre una gran desilusión al descubrir que no era verdad. Esto muestra cómo su inocencia choca constantemente con una realidad dura. En lugar de recibir comprensión o consuelo, su intento de descubrir algo maravilloso termina en castigo y violencia.

La forma en que narra el castigo es clave: no hay reproche, solo una descripción casi objetiva del hecho. Esto nos indica que para él, recibir golpes es algo normalizado dentro de su hogar. Sin embargo, el niño aún siente vergüenza cuando otros se dan cuenta de que fue golpeado, lo que muestra que, a pesar de su normalización interna, sí reconoce que hay algo «incorrecto» en ello.

El niño experimenta una doble herida: primero el castigo en casa y luego la humillación social. Los compañeros del jardín, al burlarse de él, refuerzan el aislamiento emocional del protagonista, dejándolo sin un espacio seguro donde sentirse aceptado.

«Lo que pasa es que el día del foco la puerta estaba cerrada con llave y no pude salir corriendo». Esta es una frase potente. En un hogar donde la violencia es parte del día a día, la única estrategia del niño es escapar, pero en este caso no puede hacerlo. El encierro lo deja completamente indefenso, atrapado en una situación de la que no tiene manera de escapar.

Mi papá se llama Roberto, pero todos le dicen Quique. Es alto, más o menos como de tres metros, y tiene mucha fuerza como un súper héroe. A mí papá también lo quiero mucho, pero a mi mamá la quiero más porque cuando se pelean ella siempre pierde y por eso tiene que tomar mucho remedio. Por ejemplo, el otro día que le salía sangre por la nariz yo me asusté y lloré, pero ella me explicó que mi papá estaba celoso porque la quiere mucho.

La exageración de la altura es típica de la percepción infantil, pero también sugiere que la figura del padre es imponente. Compararlo con un superhéroe puede parecer positivo, pero en este contexto refuerza su imagen de alguien con un poder abrumador, alguien que tiene fuerza y control absoluto dentro del hogar.

El niño no dice que ama más a su madre porque lo cuida o porque es cariñosa, sino porque es la que «pierde» en los conflictos. Esto nos indica que ha desarrollado una empatía por la figura vulnerable en la familia, al mismo tiempo que normaliza la violencia. También asocia el «remedio» como una consecuencia de la violencia: su madre lo toma para «curarse» de ellas.

La madre, en vez de explicarle que lo que hizo su padre está mal, lo justifica en términos románticos: el golpe es una prueba de cuánto la quiere. Esto es devastador porque el niño está aprendiendo que el amor y la agresión pueden ir de la mano.

Entonces mi papá se fue a pasear para que ella tome el remedio y cuando se le puso la nariz roja fue porque la sangre ya no salía más por las puertitas, que dice Martín que se llaman cosas nasales, pero no sé si creerle. También me da miedo cuando a mi papá se le rompen las cosas abajo de las manos, pero lo que pasa es que tiene mucha fuerza. Yo le dije que si quería le prestaba mi capa de Súperman para que los demás no se den cuenta, pero no quiso.

Aquí se aprecia una rutina establecida en la familia: cuando hay un episodio de violencia, el padre se retira y la madre bebe para sobrellevarlo. En su lógica infantil, la nariz roja es un indicador de que «ya pasó lo peor», es decir, que el golpe ya no está sangrando.

El padre, además de ser violento con su esposa, tiene ataques de ira en los que destruye objetos en la casa. «Lo que pasa es que tiene mucha fuerza» es otro intento de justificar el comportamiento del padre.

El niño, que asocia a su padre con un superhéroe debido a su fuerza, le ofrece su capa de Súperman. En su mente, la capa tiene un poder especial: le permitiría a su padre esconder su violencia de los demás. En esta frase hay una combinación de ternura e inocencia, pero también de un profundo deseo de encubrimiento: el niño sabe que lo que su padre hace no debería ser visto por otros.

Ahora estoy muy triste porque mi papá y mi mamá no me dejan ir más a la casa de Martín porque sus papás se enfermaron. A mí me re gusta ir porque sus papás nos dejan jugar a la Play con ellos y siempre les ganamos. Encima nos compran helado y nos cuentan cuentos, pero no los cuentos de princesas; nos cuentan los cuentos de animales y de súper héroes, que nos gustan más. Yo lo quiero mucho a Martín y ya le perdoné que me haya mentido con lo de los Reyes Magos, pero no puedo pedirle a papá que me de permiso de ir a visitarlo porque se va a enojar conmigo y me da miedo, porque en mi casa hay remedio para grandes nomás.

Este fragmento nos muestra una nueva pérdida en la vida del niño: la prohibición de ir a la casa de Martín. Sin entender completamente las razones detrás de esta decisión, solo sabe que «sus papás se enfermaron» (al final del cuento, se sugiere cuál sería la «enfermedad» de los papás de Martín). Esto representa una injusticia, ya que la casa de Martín es un refugio para él. Allí encuentra un ambiente de padres que juegan, que compran helado, que cuentan cuentos. Es un espacio donde la infancia es vivida de manera más libre y amorosa, en contraste con la tensión constante de su propio hogar.

La frase «en mi casa hay remedio para grandes nomás» no solo refuerza la presencia del alcohol como un elemento habitual en su vida, sino que también evidencia su sensación de exclusión y desigualdad. En casa de Martín hay juegos, historias y afecto; en la suya, hay remedios para adultos y miedo.

El otro día le escribí una carta a Martín para mandarle un saludo y para contarle que el jardín nuevo es re aburrido y para contarle que le voy a pedir a los Reyes Magos que me traigan una capa para hacerme invisible así lo puedo ir a visitar y que mi papá no se dé cuenta. También le escribí para decirle que le mande un saludo a sus papás. Lo que pasa es que yo también los extraño a los papás de Martín porque son re buenos y nunca se pelean, entonces no toman remedio. Igual no me animé a decirle que lo extraño más a Gustavo que a Luis, porque tenía miedo de que Luis se ponga celoso y le pegue porque él también lo quiere mucho.

No solo extraña a su amigo, sino también a sus padres, que representan para él una imagen de familia distinta a la suya, una en la que no hay peleas ni «remedios para grandes».

Su deseo de una capa de invisibilidad es simbólicamente muy fuerte. No la quiere para jugar ni para hacer travesuras, sino para poder moverse sin ser visto por su padre. Es un claro reflejo de su miedo, de su necesidad de escapar de un ambiente donde constantemente debe medir sus acciones. La invisibilidad es su manera de encontrar libertad, de poder hacer algo sin que su padre lo castigue.

Cuando menciona que no se atrevió a decir que extraña más a Gustavo que a Luis por miedo a que «se ponga celoso y le pegue», es un eco de la relación de sus propios padres. Sin darse cuenta, proyecta la dinámica de su casa en los padres de Martín, como si el cariño fuera algo peligroso que puede generar violencia. Es una muestra clara de cómo su entorno ha distorsionado su percepción de las relaciones humanas: en su mundo, el amor y los celos están entrelazados con la agresión.

Al hablar de Gustavo y de Luis (los papás de Martín) se revela el pensamiento retrógrado de sus propios padres cuando le dijeron que no podía ir a verlos porque los padres de Martín «se enfermaron». Es muy probable que lo que oyó el niño es decir: «están enfermos», o algo similar, haciendo alusión a la homosexualidad, a tener dos padres hombres. Esto es una interpretación personal, pero que, creo, tendría cabida dentro de este relato.

Espero que te haya gustado el análisis del cuento «Remedio para grandes». Puedes compartir el artículo o dejar un comentario.

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1 comentario en “Análisis de «Remedio para grandes», de Juan Solá”

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