Episodio #1. No llores | Podcast «Cuentos alrededor del fuego»
No llores Un cuento de Miguel Á. Rupérez Yo no sé por qué mamá quiere desaparecer. A la mañana le cuesta levantarse, siempre dice que la deje un rato más, y yo le digo que se le va a enfriar el té. Al final, la espero y nos tomamos las dos el té tibio o frío, y salgo rápido para el colegio. Ella no era así. Antes de que papá se fuera ella cantaba y bailaba cuando poníamos música en el grabador o con cualquier canción de la radio. Se le veían todos los dientes cuando se reía. Ahora no, ahora es al revés. Ella cree que yo no me doy cuenta que llora, se piensa que soy tonta… Se encierra en el baño y al rato sale con los ojos hinchados y rojos. Ya ni le pregunto qué le pasa, porque siempre me dice «nada». Yo trato de distraerla. A veces le pregunto cosas del cole, problemas de matemáticas, alguna regla ortográfica o la capital de un país. Ella viene y me ayuda, se pone a leer y, por un rato, se olvida de que está triste. En realidad, yo sé las respuestas a las cosas que le pregunto, porque presto atención en clase. Mi maestra dice que soy inteligente. Cada vez que le pregunto por papá, se queda callada. Una vez sola me respondió gritando: «¡No nos quiere!», y se fue corriendo a su habitación. A mí me pone mal pensar en que papá no nos quiera. ¿Qué le hice yo? Para mí, mamá está equivocada y sí nos quiere. A mamá le molesta que papá tenga amigas, eso es lo que le pasa. Yo tengo un montón de amigos. Siempre le digo que tenga amigos ella también, que salga a la calle un poco más, que apague la televisión y salga. Cuando tiene pesadillas, se empieza a mover en la cama y transpira; yo me levanto y me quedo al lado de ella, y le pongo la mano en la cabeza hasta que se le pasa. Fue una de esas noches que la escuché decir que quería desaparecer. Me asusté, porque dormidos siempre decimos la verdad. Un día le pedí de faltar al colegio y le dije que fuéramos al cine. Le insistí, me puse muy insoportable, y la convencí. Fuimos a ver una comedia, creo. No entendí ni la mitad de los chistes, pero cada tanto ella sonreía cuando el resto de la gente se moría de la risa. Yo la miraba de reojo, y me reía también. Yo no sé qué haría si mamá llegara a desaparecer. La semana pasada fui al almacén a comprar fideos, y en el camino escuché que gritaban mi nombre. Me di vuelta y era mi papá. ¡Qué contenta que me puse! Vino corriendo y me abrazó con fuerza. Yo también lo abracé, y le pregunté si me quería. Me apretó más fuerte y me dijo que sí, que me quería muchísimo; que ya se iba a solucionar todo, que me quedara tranquila. Dijo algo de que no podía llamarme por teléfono, pero no entendí bien el motivo. También me preguntó por mamá, y le dije que estaba bien. No sé por qué le mentí. Yo no quiero que mamá se ponga más triste de lo que está, por eso no le conté que lo vi a papá por la calle, ni que nos dimos un abrazo. Si le contara se daría cuenta de que a mí sí me quiere. No quiero que sufra, quiero verla contenta. Si no es con papá, que sea con otra persona, no me importa. Si es linda, y todavía no es tan vieja. ¡Espero que te haya gustado! Haz clic aquí si quieres escuchar otros cuentos del podcast «Cuentos alrededor del fuego».
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